Carta a mí misma




Te confieso que no ha sido fácil decidir escribirte una carta y no realmente por falta de amor. Más bien, la distancia que existió entre nosotras durante mucho tiempo me hizo dudar de la misiva y su objetivo. No ha sido sencillo el camino recorrido juntas hasta el día de hoy y sé que, tanto las separaciones forzadas por la muerte en un momento, la incertidumbre del futuro y lo difícil de lidiar con miles de sentimientos encontrados tuvieron la culpa en parte de crear ese espacio vacío y oscuro durante un tiempo.

Afortunadamente y, tal como siempre lo esperamos ambas (nunca hemos perdido la fe), apareció el maravilloso fenómeno de la maternidad para ayudarte a recoger los pedazos, ponerlos en orden y reconstruir sobre una vida que parecía ajena, una nueva vida con bases totalmente diferentes pero aún más sólidas y con caminos insospechados para encontrar amor, paz y felicidad.

Retomaste el motor de la confianza que, por falta de grasa emocional, estaba funcionando a media máquina y muchas veces fallaba. Afinaste la sensibilidad guiando cada paso de tus hijos que, aunque fueron difíciles en algún momento, no dejaron de ser maravillosos y gratificantes en sí mismos. Comenzaste a sonreír desde el corazón como nunca antes lo habías hecho porque entendiste que la felicidad sólo nace desde adentro y lo que ves afuera es el simple y perfecto reflejo de un corazón en paz.

Descubriste que tienes mucho más material para cortar y producir en tu interior que lo que soñaste en tu adolescencia cuando la imaginación es más prolífica que nunca. Renaciste con tanto valor que ahora es difícil decirte que No porque comprendiste que el límite está dentro de ti y que el miedo es sólo una cadena emocional que frena, desgasta y mata sueños de a poquito.

Abriste la caja de la imaginación y sacaste nuevamente tus libros, tus lápices de colores y tu música y dejaste que ellos comenzaran a hablar por ti porque ellos te muestran mejor que nadie.

En fin, regresaste mejor que nunca y en ese momento nos volvimos a encontrar y reconocer y, debo admitir que sentí un total orgullo y admiración por ti, por la persona que eres hoy día y por lo que has construido, tanto dentro como fuera de ti porque son simplemente un reflejo una de otra.

Esta carta al final es simplemente  GRACIAS por volver y empezar de nuevo y un cariño al alma como solo las palabras saben hacerlo.

Espero no perderte otra vez y que sigamos de la mano hasta el fin y nos vayamos de este mundo en paz y con todo el amor posible.

Te quiero.

Comentarios

  1. Me encantaaa! La carta, el reencuentro, el amor y el orgullo que sientes por ti misma.

    Un abrazote! =)

    ResponderEliminar
  2. Esther, yo no había leído esta maravilla (hasta hoy que el reader me actualizó tus entradas), y una vez más quiero dejar aquí plasmado que te admiro mucho, y que doy gracias a Dios por ponerte de nuevo en mi camino, como tú misma me dijiste: "nunca los encuentros son casuales".

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
  3. Gracias Rocío! El fin de semana me dediqué un buen rato a leer tu blog y te confieso que me sacaste lágrimas muchas veces. Tu camino ha sido largo, difícil pero igualmente hermoso. Que bonito saberlo! Un abrazo!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario