Vivir es un arte




Vivir no es una simple práctica que se adquiere de manera silenciosa o sin colocarle empeño. Es un arte delicado, con miles de variables y caminos que le dan un vuelco a cada minuto. Requiere dedicación, empeño, el deseo profundo de hacerlo bien y curiosamente, es un arte sobre el que pocos se afincan y, peor aún es un arte acerca del cual los padres no siempre entienden que debe ser transmitido a los hijos como parte del legado de la crianza.

Vivir o mejor dicho, vivir bien se ha encerrado en nuestra sociedad actual alrededor del alcance de logros que pueden ser traducidos en bienes materiales o que, en su defecto pueden ser cuantificados de acuerdo a un status alcanzado en un punto cualquiera. Para muchos una buena vida se resume en estudiar para lograr un buen trabajo que a su vez les otorgue un nivel de vida cómodo a nivel económico y les permita ser felices. No hay de nada de malo en esta ruta pero preocupa ver que muchos, montados en esa autopista del logro, olvidan el sentido propio de vivir porque no dedican tiempo a experimentar emociones, disfrutar de sus experiencias o compartir tiempo si no es algo que se amolde al logro económico.

Veo gente que nunca haría un curso de cocina, por ejemplo aunque les encante cocinar porque no es algo que pueda darles dividendos económicos en el futuro y prefieren "orientar sus esfiuerzos y fondos a cursos que les ofrezcan mejoras salariales en el futuro". Otros no se permiten un viaje de placer (aunque puedan costearlo), una buena comida con gente querida, un rato de descanso con un buen libro porque lo consideran pérdida de tiempo. Lo ven como cosas eventuales que disfrutarán cuando alcancen el nivel por el que luchan día a día. La pregunta es ¿podrán disfrutarlo? ¿Llegará "ese día" y estarán en condiciones? 

Más preocupante aún es observar a padres llenar el día a día de sus hijos de miles de actividades, orientadas a un futuro X, sin dejar tiempo siquiera al disfrute propio de la infancia. Son niños que no conocen lo que es hacer amistades en ambientes no controlados y de forma espontánea. No entienden como se puede jugar fútbol sin el entrenador y hasta violando las reglas por puro placer de jugar. O como es posible llegar una tarde a casa, luego del colegio y, una vez cumplidas las tareas diarias ver su programa favorito, jugar con sus juguetes o leer un libro. Entran y salen de actividades que , a veces ni ellos escogieron pero que están dentro del plan de vida determinado por sus padres. 

Vivir no es sólo prepararse para producir. Vivir visto desde mi óptica es prepararse para ser feliz en cada etapa de la vida, absorber el mayor aprendizaje y seguir adelante con más herramientas bajo el brazo.  

Implica aprender a apreciar el placer de caminar en silencio en la mañana, si contar las calorías quemadas o el tiempo sino hacerlo por puro placer, porque nos gusta.

Se traduce en desarrollar habilidades para defender de manera sana nuestras convicciones y buscar el camino que nos corresponde, no el que la sociedad determine.

Se materializa cuando abrazas a tu hijo cada día a la salida del colegio y le preguntas como le fue, sin juzgarlo, escuchas sus ilusiones y sus miedos y le ayudas a forjar su carácter para enfrentar lo que viene en su vida. 

Es cocinar hasta el plato más sencillo con amor y disfrutarlo.

Es aprender a enfrentar las pérdidas con serenidad y avanzar , a pesar de ellas. Aprender a fluir frente a las dificultades y lo que no podemos cambiar.

Es caminar sobre nuestros errores y corregirlos y hacernos mejores cada día.

Es mirar a nuestra pareja como otro ser humano que también vino sin instrucciones al mundo y se equivoca, y construir con ella un equipo y no un ring de boxeo  donde cada uno apuesta a ganar en su esquina y no juntos. 

Ninguna de estas facetas de la vida requiere preparación universitaria ni vamos a recibir un pago por ellas pero, sin ellas probablemente vivir se hace muy cuesta arriba. Vivir no es un compendio de actividades y logros sino esa sensación de plenitud que se siente muy adentro cuando cierras los ojos antes de dormir y puedes decirte a tí mismo: estoy satisfecho con quien soy y donde estoy y sé que puedo caminar en la dirección que decida porque cuento con las herramientas para hacerlo en mi espíritu.

Sin el espíritu fortalecido, no hay logro que se mantenga ni que nos entregue lo que necesitamos. 

Vivir , al final de todo es alimentar el espíritu. 

Cada día al levantarnos, hagamos el propósito de VIVIR sólo por ese día, que no termine sin que nuestro espíritu haya crecido. Eso es lo único que nos llevaremos y que le dejaremos a quienes amamos.


Photo by Ravi Roshan on Unsplash

Comentarios

  1. Gracias hermanita astral, gracias por compartir cada palabra, por estar. Tqm. Extraordinario lo que escribes, aleccionador.

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