De supermujer a superfeliz
Conozco varias de esa nueva
especie de mujeres de este siglo. Seres altamente competitivos, con logros
profesionales superiores a los de cualquier hombre de su entorno, solvencia
económica envidiable y belleza física suficiente para hacer voltear la cara a
muchos en la calle. Extrañamente, todo el marco teórico que las acompaña muchas
veces termina siendo inútil cuando de relaciones de pareja se trata y se ven
envueltas en una larga y complicada vida amorosa donde siempre terminan solas,
sintiendo que sus expectativas no fueron satisfechas y esperando nuevamente por
el próximo príncipe que cumpla con sus aspiraciones.
Muchas se niegan a reconocer que
esperan un príncipe: “eso es pasado de moda “ “yo estoy por encima de eso” pero siguen suspirando bajito cuando ven una
película romántica a medianoche porque somos mujeres y nuestra genética no
miente: en mayor o menor grado, nos gusta ser tratadas como princesas.
Pasa el tiempo y su caja de
objeciones para todos los pretendientes va llenándose de papelitos con variados
argumentos: muy alto, muy flaco, muy viejo, muy joven, mucho dinero, poco
dinero, muy dependiente, desapegado, caballeroso,
bestia, etc., etc. y así tienen una larga lista que con el tiempo olvidan
revisar y solo llenan sin darse cuenta que muchas de esas objeciones solo
responden a miedos internos de cada una y no a características de su pareja.
“No me deja respirar” podemos
escuchar pero muchas veces lo que les molesta no es la devoción del individuo
sino el miedo a perder su autonomía, su espacio, su intimidad cultivada tanto
tiempo con ella misma.
“Yo soy mejor que él “ dicen
otras y probablemente eso les importa un pepino, lo que las mueve es el
temor de escoger mal socialmente
hablando.
“No necesito un hombre para nada,
solo alguien que me acompañe, yo puedo con todo” es repetido mil veces por
algunas como para reafirmar día a día que son independientes y nadie les robará
ese logro. Así pasa el tiempo, siguen solas y muchas se niegan a revisar su
interior y asumir su cuota en esa situación.
A todas esas mujeres que encajan en
esta descripción y se sienten al final, infinitamente solas les puedo decir que
dependen de ustedes y solo de ustedes que eso cambie radicalmente. La clave
está en comenzar a bajar del pedestal en el cual nos hemos subido tantas veces,
muchas demasiado alto que nos ha impedido ver de cerca la realidad de la vida
en pareja.
Corriendo tras la tan alabada
liberación femenina, independencia, equidad de sexos y demás cositas sexistas muchas han olvidado su propia esencia como
mujeres que no las hace inferiores: las hace perfectas, mujeres puras, seres
únicos que nunca se pueden equiparar al hombre en lo que de femineidad se
trata.
Igualmente, es hora de entender
que la naturaleza del hombre también necesita su espacio, su reconocimiento, su
puesto para poder actuar adecuadamente en pareja.
El hombre y la mujer pueden
alcanzar igualdad a nivel profesional pero nunca como pareja no porque uno sea
inferior que el otro sino porque son completamente distintos y nacieron para
complementarse, acoplarse.
Mujeres, sus parejas requieren ser necesitados por ustedes más de
lo que ustedes mismas creen. Déjelo arreglar la lámpara, el fregadero o
cualquier otra cosa aunque lo haga horrible porque él necesita cumplir con su
rol de protector como su naturaleza se lo pide. Usted no perderá nada, sus uñas
se mantendrán impecables y su pareja se sentirá plena.
Mujeres, compartir con su pareja,
acoplar actividades, hacer concesiones de tiempo y espacio no es rendirse a su
dominio, es aprender a vivir juntos. Luchar a brazo partido por vivir
independientemente 100% en pareja es contradictorio totalmente. La vida en
pareja necesita de cierto grado de fusión, de integración para prosperar y si
ustedes se niegan en nombre de defender su autonomía, van destinadas al fracaso.
Mujeres, la maternidad no es el
fin de sus vidas independientes. Puede ser el primer paso para ser mujeres más
completas, profundas y ricas interiormente si dejan de temerle y verla como una
cadena eterna.
Mujeres, todos los hombres
tienen defectos, grandes y chiquitos
pero ustedes son el mismo saco de defectos del otro lado del espejo. No es que
acepten a cualquiera pero antes de desecharlo porque “no se puede vivir con él”
piense si usted viviría consigo misma, honestamente y evalúe desde allí las
características de su pareja.
Vivir con alguien no es fácil y
menos con alguien que ni familia de uno es, como dijo una amiga pero se
convierte en un arte fascinante cuando dejamos de poner toda la responsabilidad
del éxito de la relación en el otro y empezamos por cargar nuestro saco de
tareas.
Sea mujer, sea todo un éxito,
supere sus expectativas y las de los demás pero lo más importante: sea feliz
porque una vez desvestida de sus éxitos, el único traje que nadie puede robarle
es la sonrisa.
¡Qué de tiempo sin leerla coma! Y me agrada hacerlo a través de ésta entrada. Muy certera, como siempre.
ResponderEliminarPuede que alguna opine que son felices como están, que no necesitan a un hombre a su lado para ser "superfelices", lo cuál es válido y se de casos así, pero no son mayoría, como bien dices, nuestra genética no miente, en un gran número de mujeres existe el autoengaño, el aparentar lo que no se es, en otras, es cuestión de excluir responsabilidades, "es él el que no sirve, no yo", a quienes les va muy bien la metáfora del espejo que mencionas, aquello que no nos gusta de otro, muy probablemente sea algo a trabajar en nosotros, pero bueno, muchas causales y motivos individuales por los que hoy en día existen tantas supermujeres en muchos aspectos, pero con una -mal querida- soledad a cuestas, el tema es largo, pero me encanta la idea de tratar -inexcusablemente- de ser "superfelices", ¡que para eso nacemos! seamos supermujeres, pero sin sacrificar nuestra felicidad, nuestros ideales ni nuestra paz interna.
Un abrazote comae, con el cariño de siempre.
(Mariela) =)
Gracias Comae por pasar por aquí. Primero un abrazo para usted, Santos y la Valerita hermosa. Pués si, hay muchas mujeres maravillosas solas, tristes y engañadas, encerradas en la frase "no hay hombres" sin darse cuenta que ellas son la primera piedra de tranca. Ser felices debe ser nuestra premisa por encima de todo porque eso es lo que nos llevamos y le dejamos a los demás cuando nos vamos!
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