"Todo el mundo..."




Escena 1: un grupo de amigos esta listo para salir pero deben esperar por Fulano, quien no ha llegado a la hora como es usual y todos miran hacia un lado distinto pensando en torturas diversas para castigar a Fulano. Llega el individuo y ante la mirada de todos, contesta con su frase preferida: Todo el mundo sabe que yo nunca llego a la hora así que no sé cual es el problema.

Escena 2:  Fiesta familiar. Cada quien ha colaborado con algo y están sirviendo la mesa cuando llega la tía Sutana y comienza: ¿hay carne con papas? ¿tiene cebollas??? Todo el mundo sabe que yo no como cebolla!!!!! Y así cada uno que ha colaborado y cedido en algún punto para hacer una fiesta familiar agradable comienza a considerar la opción de no invitar a la tía Sutana el año entrante.

Estos son solo ejemplos de situaciones en las que nos hemos encontrado la mayoría en algún momento y más allá, de los personajes que nos rodean. Casi todos hemos conocido  al particular personaje “Todo el mundo…”  ,ya sea en la familia o entre los amigos.

Este personaje tiene la característica de ser alguien querido realmente, una persona que consideramos en buena estima.  Generalmente, es el típico chistoso o “particular” que siempre tiene algo que decir o que pone la nota en cada evento.

Probablemente,  cuando se inician las relaciones la mayoría tiende a ser tolerante con sus manías y características porque apreciamos su compañía y decidimos pasar por alto sus excentricidades para conservar la paz y disfrutar de un buen momento.

El conflicto comienza cuando nos encontramos en alguna de las situaciones descritas y empezamos a pensar en que momento  dejamos que “Todo el mundo…”  tomara terreno de esa forma y nos dictara la agenda.  Esto sucede en forma silenciosa y dulce sin duda. Empezamos a amoldarnos poco a poco a sus exigencias que siempre vienen en forma sutil rematadas por un  “ si es problema, pués tranquilos. Yo no… (agregue aquí el verbo de su preferencia: como, duermo, etc,etc)” sembrando ese sentimiento de culpa terrible que obliga a todos alrededor a actuar de la forma necesaria para que Fulano o Sutana no se vayan y se continúe la fiesta.

Con el tiempo se convierten casi en una leyenda en sus círculos y todos hacen sus planes considerando sus demandas como una condición necesaria de cumplir para el éxito de cualquier evento: la hora de salida más temprano si Fulano siempre llega tarde, la comida sin x condimento si Sutana no come, cero música si a Mengano le atormenta o solo la que él o ella soporten.

Muchos se preguntarán a estas alturas sobre cual es el problema con estos personajes y donde está la tolerancia. El problema es que la mayoría tolerando a “Todo el mundo…” terminamos sumisos y víctimas de alguien que no conoce ni practica la tolerancia ni ha desarrollado su capacidad de aceptación de sus semejantes.

Es comprensible que todos aceptemos a los otros con sus características pero convertirnos en los esclavos de otro ser humano no es lógico. De hecho, si lo hacemos en vez de ayudarlo solo lo reafirmamos más y más en una conducta que al final solo le causará problemas. 

Una persona que necesita abiertamente imponer sus condiciones para socializar y es incapaz de adaptarse a los grupos tiene problemas muy serios. No es capaz de ceder ni tolerar, no concibe el disfrute fuera de sus propios parámetros y termina ignorando las necesidades de quienes lo rodean, centrado en su propio ombligo siempre. Establece mecanismos de dominación de las personas a su alrededor sin que estos se den cuenta.

Tiende a creer con el tiempo que todo lo que le pasa es porque los demás no lo aceptan y complacen y se aleja cada día más a la posibilidad de entender y congeniar con los que quiere porque se ha negado a practicar una máxima de vida: ponte en mis zapatos. Se desconecta  de los grupos sociales que lo rodean y, por ende de las relaciones sentimentales poco a poco.

Muchos hemos creído por largo tiempo que la mejor forma de tratarlos es siendo pacientes y mudos, callando y cumpliendo porque “no va a cambiar” y luego nos damos cuenta que ha empeorado y sabemos, en el fondo que somos Indirectamente responsables de esto porque hemos colaborado con el crecimiento de este comportamiento

La mejor forma de encarar estas situaciones es empezar a colocar límites sutiles, invisibles pero reales a estas personas que les envíen el mensaje de: “eres bienvenido pero es necesario que hagas tu cuota de sacrificio y adaptación por el bien del grupo, como todos”. En palabras más terrenales: si llegas tarde a sabiendas que todos llegamos temprano, te perderás la película aún cuando nos hubiera encantado que compartieras.

Al principio, muchos sentiremos culpa, pensaremos que es una conducta intolerante pero luego nos daremos cuenta de la libertad y satisfacción que nos da sentirnos nuevamente dueños de nuestras decisiones y no cargar con culpas de otros. Seremos libres de actuar y responsabilizarnos solo por nuestros actos, no por los ajenos. Y nuestro querido “Todo el mundo…”  se verá obligado (a) poco a poco a decidir que prefiere: solo y bajo sus condiciones o en grupo cediendo cierto espacio.

El ser humano es social por naturaleza y el ceder espacios es parte de las acciones necesarias para la buena convivencia.

Haga la prueba en la próxima ocasión y verá el cambio.



Comentarios

  1. El problema es cuando en un grupo de 10 personas, el personaje "todo el mundo" corre en boca de los otros 9, pero ninguno es capaz de hacerle entender al "sutano" que su comportamiento va más allá de los límites tolerables.

    Todos los otros 9 están de acuerdo en que "sutano" necesita un reparo, pero por consensus inferido, las actitudes de "sutano" se seguirán dejando pasar. Simplemente porque no ninguno quiere hacer el papel de villano.

    Ya he estado ahí. Queda uno como el ofensor, queda uno sin apoyo de los otros 8, y "sutano" (como es de esperarse) resulta el ofendido.

    Para muchos es simplemente más fácil "dejarlo así" que encarar al sujeto. Dicen que para "evitarse el mal rato", pero en realidad lo que pretenden evitar es ser protagonistas en una escena familiar o de amigos.

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  2. Muy cierto Omar. La mayoría pretende hacerse el desentendido y no fijar posición para no ser el malo como bien dices y aceptan seguir pasando trabajo en la sombra.

    Yo prefiero levantar la mano y hacer el llamado necesario que murmurar a las espaldas. Probablemente, no me quita el sueño ser "protagonista" de una escena y me da más paz hablar claro porque, al final cuando el reclamo es justo, los beneficiados somos todos.

    Gracias por leer Omar. Un placer tenerte aquí.

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  3. Pensamos igual... Sigues siendo mi presidenta :)

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