¿Por qué a mí?







…o por qué NO a mí? es la pregunta que comencé a hacerme hace unos años apabullada por una larga cadena de hechos  dolorosos en mi vida y luego de haberme auto-flagelado  como buen ser humano, paseado por el llanto, la tristeza, la rabia y la depresión me oí a mi misma preguntar : ¿por qué a mi? Y mi propia conciencia me contestó: ¿y por qué no?

Esa pregunta fue como una cachetada y me colocó en los zapatos de otros, en sus problemas, sus dolores y me dí cuenta que yo no era más que nadie para pasar de largo por  las tristezas de la vida. Me sentí avergonzada de mí misma por haber creído que mis seres queridos no merecían morir sin pensar en los seres y el dolor de otros. 

Ese proceso de reflexión se hizo cada día más profundo y me hizo pasearme por la vida de muchos a mi alrededor, conocidos o no pero que vivían realidades mucho más duras que la mía. Abrí los ojos y el corazón y me dí cuenta que no es que los demás no sufren, solo que muchos no hacen del sufrimiento sus vidas o sus banderas sino que los aceptan, los viven y los dejan ir en su momento, aprendiendo y soltando cuando es necesario.

Aprendí  que muchos se aferran a sus desgracias personales más que por el dolor que sienten, por la lástima que inspiran. Otros por un extraño sentimiento de honor a la causa de sus tristezas. Seres que creen que si dejan de sufrir por alguien o por algo disminuyen su valor y su papel en sus vidas y se mantienen en ese letargo emocional, entregados a un dolor que ya ni entienden pero los hace sentir orgullosos de sufrir.

Encontré también aquellos que se mantiene sufriendo y llevan el ¿porqué a mí? como estandarte para evitar hacerse responsables de sus vidas, sus actos y su futuro.  Es más fácil ser la víctima de un destino invisible  que el verdugo de tu propia vida.

Al final, aprendí  que la única gran verdad es que vivimos en un mundo imperfecto, con calamidades, tristezas y enfermedades y que todos y cada uno de nosotros tendrá la “suerte” de sufrir muchas de esas a lo largo de nuestras vidas sin que haya nada para evitarlo. Por eso, dejé de buscar una razón por la cual tal o cual cosa no debió haber pasado y comencé a aprender de cada una y dejarlas pasar tal como llegaron.

Ante el dolor hay que aprender a bajar la cabeza, ser humilde, dejar de jugar a la víctima inocente y exigirle a la vida que sea como queremos que sea.  Como escuché una vez: la vida viene como ella quiere, solo hay que vestirse lo mejor posible y esperarla con los mejores ánimos.

Dejar de sufrir exige renunciar a la atención que el sufrimiento provoca, obliga a volvernos hacia nosotros mismos, mirarnos a los ojos y decirnos: ya basta, es hora de seguir . Para eso se requiere valor y  voluntad pero es necesario para poder vivir en paz y por respeto a nuestra vida y a la de los demás. 

La próxima vez que estés sufriendo y te preguntes ¿por qué a mí?, haz la prueba , pregúntate ¿por qué NO a mi y porqué Si a otros? y verás que la respuesta cambiará tu vida.

Comentarios

  1. Esther, lo leí esta mañana en pequeñito por el teléfono y se me hizo un nudo en la garganta. Ahora que tengo un tiempito me he venido a leerlo con un cafecito en la mano, y cómo me gusta lo que has escrito!
    Es tal cual como lo planteas, es saludable para nuestro espíritu cuando llega ese momento en que dejamos de compadecernos y decimos: es hora de seguir!
    En estos momentos en que siento que nuestros planes como familia se han estancado y nuestro proyecto de vida da un giro inesperado, me ha tocado respirar hondo y pensar que al menos estamos los tres juntos para lo que salga, y que no hay mejor lugar para Santi que aquel donde esté con nosotros.
    Gracias por compartir esta reflexión, ya te veo como mi gurú personal ;)
    Un besito!!

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  2. Gracias por leerme Rocío, es un placer y un orgullo. Pués si amiga, a veces hay que dejar de luchar contra la vida, bajar la cabeza, dar las gracias porque somos y estamos y aprender a seguir. Seguramnete este tiempo en standby para ustedes es perfecto para poner en orden una cantidad de cosas del espíritu y vida en común que vamos dejando de lado en el apuro de surgir económica y profesionalmente. Aprovecha: ríe, juega, descansa...ya vendrán tiempos mejores. Un abrazo y un honor que me consideres tu gurú!

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